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Los inicios

Décadas atrás, el ingeniero y fundador Carlos Pérez soñaba con crear un lugar que combinara su pasión por el golf en un espacio tranquilo, alejado de la vorágine de la ciudad. Luego de reformar su propia casa en lo alto de la finca, en donde el silencio solo es interrumpido por el sonido de las aves y los animales, dio el paso que hizo que todo cobrara sentido y cavó los primeros tres hoyos del campo. Más tarde, restauró un antiguo galpón para transformarlo en el actual club house sobre el cual emplazó la cava en el subsuelo. Lejos de lo que algunos podrían suponer, la idea del hotel nació después, cuando junto a su esposa Josefina comenzó a pensar que solo eso restaba para que la experiencia fuera completa.

Guachipas Hotel Boutique & Golf

Si algo representa a Guachipas Hotel Boutique & Golf es la tranquilidad. Cada detalle está inmerso en el sentido de esa palabra que algunas veces es tan solo la expresión de un profundo deseo. Cuando el fundador imaginó el lugar, supo que la arquitectura debía fundirse en armonía con la naturaleza. El cantar de los pájaros, las charatas y los faisanes criollos; el trote de las chuñas, la silueta de las montañas, las sombras del bosque de algarrobos y la puesta del sol se encontraron en el silencio de la tarde

Las historias del hotel y de la de la familia Pérez están entrelazadas. La infancia del fundador estuvo marcada por el golf, deporte que ama y lleva en el alma gracias a su padre y mentor.

Los telares

La historia de los telares que hoy decoran el interior merece una mención distinguida. Décadas atrás, Jorge Pérez Rabellini, tío de Carlos Pérez, dibujaba a mano diseños extraordinarios que luego comercializaba en Europa. Tiempo después, su familia halló en su casa cuadernos con ilustraciones maravillosas que hoy decoran nuestro hotel en honor a su recuerdo.

Telares en Guachipas Hotel Boutique & Golf

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